Reflexión, ¿por qué juzgamos si no nos gusta que nos juzquen?

Todo el mundo habla de Rocío Carrasco. Unos están a favor y otros no, como en todo en esta vida.

Desde aquí quiero gritar mi opinión.

Por favor, seamos más empáticos con los demás, veamos la vida con diferentes prismas. No todo es siempre como nos gustaría y sí, sigue existiendo el machismo y va de la mano del maltrato en muchísimas ocasiones.

Creo a esta mujer. Me da igual su nombre y su status social. Creo en ella porque cada uno siente, piensa, percibe como puede o como quiere.

Puede que una palabra para alguien no signifique nada pero, quizás, para otra persona esa misma palabra es un martillazo que lo único que hace es crear un agujero que ni las tiritas ni el tiempo curan.

Cada quien elige cómo y cuándo contar sus emociones, sus miedos, sus frustraciones, sus mierdas, sus heridas.

Sólo uno mismo sabe cuándo está preparado para empezar a escupir, empezar a sanar, a darse una oportunidad.

Muchísimas personas, desgraciadamente, no lo hacen nunca... Y cada vez tienen más sangre en la herida.

Yo no soy famosa pero soy mujer y, por desgracia, también he pasado por situaciones muy desagradables que poquísima gente conoce. Esas situaciones son las que me han hecho ser la persona que hoy soy. Sí, lo malo y lo bueno construye nuestra personalidad.
Todo esto hace mella en la autoestima y en el autoconcepto. 

Decidí hacer de mis mierdas, mi fortaleza.
Escribo, escribo mucho para sanar. 

La pupa sigue ahí pero sólo yo tengo acceso a ella y yo decido cuándo destaparla para que otros la vean.

Yo decido cómo sentir y cómo interpretar aquello que me pasó, con lo que seguiré peleando de por vida. Sí, nunca lo olvidaré aunque haya aprendido a sonreír y a quererme más que nunca. 

Aquello me hundió pero también me dio la fuerza que hoy tengo.

Sí, también lloro, por eso soy una tía valiente. 

Ahora me cuido más que nunca y no permito que nadie me corte las alas. Ni siquiera un roce.

Comentarios

Entradas populares